Una vez somos diagnosticados de Linfoma no Hodgkin y conforme comenzamos a tratarlo, pueden surgir alteraciones en nuestra vida sexual, bien sea como efecto secundario de los tratamientos oncológicos o como consecuencia de nuestro estado de ánimo.
Conocer por qué aparecen estos síntomas y cómo sobrellevarlos es importante para nuestra calidad de vida y para mantener un vínculo sano con la pareja.
Disminución del deseo sexual
En el plano emocional, el temor que puede generar el cáncer, la depresión, las preocupaciones sobre la imagen corporal o la ansiedad relacionada con el tratamiento, pueden hacer que disminuya el deseo sexual. Asimismo, el desajuste en el deseo sexual puede surgir como un efecto secundario de la quimioterapia.
Es necesario comunicar a la pareja sobre la disminución en el interés sexual y sus posibles causas, para evitar que surjan sentimientos de rechazo. Una vez que retorne la disposición para mantener relaciones sexuales, es conveniente compartirlo también con la pareja.
Puede ocurrir que se presenten dificultades para alcanzar el orgasmo, en este caso, es recomendable indagar nuevas formas de estimulación, hasta encontrar la más efectiva.
Cansancio y falta de energía
Entre los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia están la sensación de malestar general, debilidad, cansancio, náuseas y falta de energía, lo que puede hacer que los pacientes tratados se sientan menos dispuestos a mantener relaciones sexuales.
Se aconseja conversar con la pareja y manejar el tema con respeto y paciencia. En aquellos momentos en los que la energía es más baja, puede buscarse la intimidad con afecto y caricias, sin necesidad de que haya un acto sexual, erección u orgasmo.
Cuando el paciente se sienta mejor, una alternativa es experimentar nuevas formas de hacer el amor con las que sienta menos cansancio. Por ejemplo, consensuar con el compañero posiciones que resulten menos intensas o elegir las horas de la mañana para el encuentro sexual, cuando se dispone de mayor energía.
Disfunción eréctil
Aunque no sucede en todos los casos, algunos fármacos utilizados en la quimioterapia pueden causar alteraciones en los nervios (neurotoxicidad) o generar una desaceleración en la producción de testosterona, ocasionando dificultad para lograr y mantener la erección en los hombres.
Igualmente, una complicación médica del trasplante de células madre, como puede ser la enfermedad de injerto contra huésped, puede hacer a los hombres más propensos a la pérdida de testosterona, lo que afecta su capacidad de erección y el deseo sexual.
Consulta con tu oncólogo sobre los posibles efectos secundarios de los tratamientos para el cáncer que recibes, su duración y los consejos para sobrellevarlos.
Dolor durante las relaciones sexuales
La quimioterapia, la radioterapia y algunos medicamentos pueden causar falta de lubricación vaginal en las mujeres, lo que hace el coito doloroso y dificulta el placer sexual. Se recomienda el uso de un lubricante a base de agua, así como controlar la velocidad y profundidad de la penetración.
El dolor también puede aparecer como consecuencia de infecciones vaginales tras la quimioterapia o la radioterapia, que hacen que el sistema inmunitario esté más débil. Ante la aparición de flujo anormal, picor o ardor, es necesario consultar con el médico para que recete un tratamiento adecuado.
Pide consejo a tu equipo médico
Las necesidades y sentimientos que giran en torno a las relaciones sexuales son una preocupación presente en los pacientes con cáncer, y los médicos lo saben. Aun cuando te resulte difícil hablar de ello, por tratarse de un tema muy íntimo y personal, es aconsejable que aclares todas tus dudas con un profesional de la salud y que se lo cuentes a tu pareja.
Muchas veces las soluciones a los problemas sexuales son más sencillas de lo que imaginamos. Una comunicación clara y mantener la mente abierta sobre las formas de sentir placer pueden hacer una gran diferencia en tu salud sexual.
Referencias consultadas
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