¿Se deben eliminar los lácteos de la dieta de los pacientes con EII?

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Aunque no podemos dar una respuesta rotunda, vamos a ver de dónde viene esta duda con los lácteos en pacientes con EII. Pero, en primer lugar, hay que recordar que entendemos la alimentación como un conjunto y no como la suma de alimentos por separado y, en este sentido, sabemos que la llamada Western Diet, es decir, la alimentación occidental se asocia a mayor riesgo de EII1 frente a otras dietas consideradas ‘protectoras’ como sería la dieta mediterránea.

Por una parte, uno de los problemas que pueden aparecer es la intolerancia a la lactosa. En España la prevalencia de intolerancia a la lactosa se sitúa entre un 15 a un 40%.

El ser humano en su etapa adulta es intolerante a la lactosa salvo que herede una de las mutaciones genéticas que nos permite seguir tolerándola (frecuente en población caucásica); por lo que esta intolerancia y sus síntomas típicos tras el consumo de leche (hinchazón abdominal, gases, heces diarreicas…), puede suceder independientemente de que haya una EII y no tiene por qué ser patológica necesariamente.

Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Acci%C3%B3_de_la_Lactasa.png

Sin embargo, en diversos estudios se ha visto que esta prevalencia sí aumenta en personas con enfermedad de Crohn con afectación del intestino delgado (yeyuno y/o íleon)2, 3 y más aun especialmente en momentos de brote.

En cualquier caso, si normalmente estando en remisión ya se notan síntomas de intolerancia a la lactosa, lo ideal sería saber hasta qué cantidad toleramos. Ej.:

  • Un vaso de 200ml de leche contiene 9g de lactosa
  • Un vasito de yogur (125g) contiene 5g de lactosa
  • 1 bola de mozzarella o queso fresco (100-125g) contiene 2-3g de lactosa

Quizá no se toleren los 9g del vaso de leche, pero los 5g de lactosa del yogur no den problemas. Esta tolerancia, recordemos, puede empeorar durante un brote.

Habría varias soluciones:

  • Buscar alternativas sin lactosa de leche, yogur y quesos frescos. Los quesos que no son frescos y otros derivados como la mantequilla contienen cantidades muy muy bajas de lactosa.
  • Buscar alternativas vegetales: bebida de soja, avena, chufa, almendras, etc; yogur vegetal sin azúcares añadidos, ni edulcorantes y enriquecidas en calcio.
  • Y/o utilizar comprimidos de lactasa -de venta en farmacias- para cuando no se esté seguro de si el lácteo que se va a consumir contiene demasiada lactosa (Ej. si nos pedimos un helado fuera de casa).

Y, por otra parte, tenemos la polémica generada por la presencia de un tipo de β-caseína, la A1 en la leche y derivados de la mayoría de las razas de vacas lecheras europeas (Holstein, Frisona, etc). La β-caseína forma parte de las proteínas de la leche, concretamente de las caseínas (80%) siendo la más abundante (36%); y aunque hay varios tipos, vamos a hablar de la A1 (la polémica) y de la A2.

lácteos en pacientes con EII
Fuente: http://www.phmd.pl/api/files/view/29195.pdf

La β-caseína A2 es la que está presente tanto en la leche materna como en la de otros mamíferos (algunas razas de vaca, cabra, oveja, etc) pero hace años debido a una mutación hizo que muchas razas de vacas empezaran, además, a producir la famosa β-caseína A1. Especialmente concentrada en quesos puesto que son de los lácteos con mayor contenido en proteínas.

La polémica viene porque se sabe que, durante la digestión de la β-caseína A1 se libera una sustancia: β-casomorfina 7 (BCM-7 de ahora en adelante). Aunque no es de las BCM más potentes que existen, como tal sabemos que se une a receptores opioides del sistema nervioso y se ha visto que ralentiza la digestión, dando lugar a una digestión más pesada. Sin embargo, y lejos de dar estreñimiento, en algunos estudios señalan que las heces son menos consistentes o más blandas.

Fuente: Milk Proteins, Health Issues and its Implications on National Livestock Breeding Policy of India. Kumar A, Rao B, De A. DO – 10.18520/cs/v115/i7/1393-1398. Current Science 115(7):1393-1398

Hay varios estudios y revisiones hasta la fecha.

Los dos estudios clínicos realizados en humanos que encontramos se realizan en población asiática no tolerante a la lactosa y arrojan en sus resultados que, además la leche convencional (con β -caseína A1) genera una menor producción de ácidos grasos de cadena corta (beneficiosos) y aumentaría algunos marcadores inflamatorios, entre otras cosas. Si bien cabe destacar que ambos estudios han sido subvencionados por “The A2 Milk Company Limited” una compañía que comercializa leche sin β-caseína A1. En el otro 5 describen que el consumo de leche que contiene solo el tipo de β-caseína A2 se asoció con aumentos significativamente mayores en las concentraciones plasmáticas de glutation (antioxidante) desde el inicio hasta el final de la fase de estudio en comparación con el consumo de leche que contiene ambos tipos de β-caseína.  

Por lo demás una revisión bastante extensa de la EFSA6 (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) de 2009 concluye que al menos hasta ese momento, se desconoce la cantidad de BCM que se forma durante la digestión, no hay estudios in vivo en humanos sobre el efecto de BCM-7 que por ser muy sensibles a la digestión, se pone en duda que pasen intactos a sangre o que atraviesen la barrera hematoencefálica, excepto en algunas enfermedades o condiciones en las que hubiera un aumento de la permeabilidad intestinal. No encuentran pruebas sólidas, ni causa-efecto contundentes sobre otras enfermedades (Diabetes tipo 1, enfermedad cardiovascular) y las EII ni aparecen.

Resultados similares arroja una revisión sistemática de 20177: que la leche convencional con β-caseína A1 ralentiza el tránsito intestinal y encuentran evidencias de ser proinflamatoria en roedores (inflamación mediada por células T).

Sin embargo, una revisión sistemática de octubre de este año8 en el que se exploran los lácteos y su actividad antiinflamatoria concluye que, aunque no hay evidencia suficiente para recomendar alimentos lácteos específicos como «antiinflamatorios», indica que los alimentos lácteos no aumentan las concentraciones de biomarcadores de inflamación sistémica crónica.  

Siendo la conclusión de todos ellos que hacen falta más estudios reproducibles en humanos.

¿Qué hacemos entonces?

Una vez expuesta la información rigurosa, es importante que sea cada persona la que tome la decisión sobre si le compensa restringir algún alimento o no en un momento dado.

En el caso de los lácteos puede ser precavido el evitar, especialmente, quesos de vaca (que son los lácteos que más β-caseína A1 contienen) durante un brote y, sencillamente sustituirlo si se desea por quesos o lácteos de otros animales como cabra u oveja.

El problema no será tanto el no consumir lácteos, si no el encontrar alternativas que nos sirvan para sustituir su aporte de calcio, proteínas y energía.

  1. Systematic review and meta‐analysis: Association of a pre‐illness Western dietary pattern with the risk of developing inflammatory bowel disease – Li – 2020 – Journal of Digestive Diseases – Wiley Online Library. Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/1751-2980.12910
  2. Nanji AA, Denardi G. PRIMARY ADULT LACTOSE INTOLERANCE PROTECTS AGAINST DEVELOPMENT OF INFLAMMATORY BOWEL DISEASE. Department of Pathology, University of Ottawa and Ottawa General Hospital, Ottawa, Canada. KlH PI,6. Medical Hypotheses 19: l-6, 1986
  3. Dairy sensitivity, lactose malabsorption, and elimination diets in inflammatory bowel disease | The American Journal of Clinical Nutrition | Oxford Academic. Disponible en: https://academic.oup.com/ajcn/article/65/2/564/4655370?login=true
  4. Effects of milk containing only A2 beta casein versus milk containing both A1 and A2 beta casein proteins on gastrointestinal physiology, symptoms of discomfort, and cognitive behavior of people with self-reported intolerance to traditional cows’ milk | Nutrition Journal | Full Text. Disponible en: https://nutritionj.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12937-016-0147-z
  5. Clinical evaluation of glutathione concentrations after consumption of milk containing different subtypes of β-casein: results from a randomized, cross-over clinical trial | Nutrition Journal | Full Text [Internet]. [citado 11 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://nutritionj.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12937-016-0201-x
  6. Review of the potential health impact of β-casomorphins and related peptides | EFSA. Disponible en: https://www.efsa.europa.eu/en/efsajournal/pub/rn-231
  7. Systematic Review of the Gastrointestinal Effects of A1 Compared with A2 β-Casein – PubMed. Disponible en: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28916574/
  8. Exploring the Links between Diet and Inflammation: Dairy Foods as Case Studies – PMC. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/labs/pmc/articles/PMC8502778/