Impacto emocional de la EII  

Impacto emocional

La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa son enfermedades inflamatorias del intestino (EII), que se caracterizan por ser crónicas y por alternar períodos de remisión donde los síntomas son más leves y los periodos de recaídas se agravan. Aunque su incidencia en España es de aproximadamente de 16 casos cada 100.000 habitantes/año la EII es una enfermedad todavía bastante desconocida para los que no la padecen y llevada en silencio por la mayoría de personas que la sufren por el estigma que supone este desconocimiento y sus síntomas. 

A nivel psicológico sabemos que las enfermedades crónicas como las EII que cursan en brotes, son estigmatizadoras y tienen síntomas limitantes e incapacitantes como dolor abdominal, fiebre, pérdida de peso, fatiga, diarrea, urgencia en la defecación … influyen en el equilibrio psicológico y psicosocial del paciente, pero también el estrés y las variables psicológicas (tristeza, miedo, ansiedad, personalidad y la actitud) pueden influir en como afrontamos la enfermedad. 

 A continuación, intentaré darte unas pinceladas sobre el impacto emocional de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y algunos consejos que creo que te podrán ayudar. 

La Enfermedad inflamatoria intestinal (EII) tiene un importante impacto emocional en nuestra vida por diversos motivos:  

  • Es una enfermedad crónica que va a convivir con nosotros, por lo que vamos a tener que adaptar aspectos de nuestro día a día para convivir con la enfermedad: cuidado de nuestra salud, alimentación, ejercicio físico, tratamientos específicos para el control de los síntomas de la enfermedad. Además, hay que adaptarse a una enfermedad que cursa en brotes con la incerteza que esto supone. Esta situación necesitará un esfuerzo emocional para aprender a asumir la enfermedad. 
  • La edad en la EII es un aspecto también muy importante ya que sabemos que es una enfermedad que afecta mayoritariamente a personas jóvenes de entre 20 y 30 años y una tercera parte de los nuevos diagnósticos se realizan antes de los 18 años. El adolescente y adulto joven esta en pleno desarrollo personal y el diagnóstico debe ir acompañado de recursos psicológicos y herramientas necesarias para aprender a convivir con la enfermedad y reducir el impacto negativo en esta edad tan vulnerable. 
  • Sintomatología de la EII como dolor abdominal, fiebre, pérdida de peso, fatiga, diarrea, urgencia en la defecación pueden provocar malestar físico y emocional. Sobre todo cuando nos sentimos solos e impotentes ante las limitaciones, porque no las comprendemos y pueden incluso generar pérdida de horas de sueño y lo que esto conlleva: fatiga, cansancio diurno, dificultad para mantener la atención, falta de concentración y una disminución del rendimiento académico y laboral. 

También experimentamos cambios en nuestra calidad de vida por que la EII puede afectar a nuestras rutinas y a nuestras relaciones sociales: dejar de realizar actividades que nos proporcionan bienestar por los brotes como ir al gimnasio, piscina, jugar al futbol…  aplazar situaciones sociales por evitar hablar de la enfermedad, por el cansancio, e incluso por miedo a sentirnos rechazados. 

Todas estas situaciones pueden provocar en nosotros diferentes emociones: tristeza, frustración, rabia y vergüenza e incluso afectar a nuestra autoestima. 

Seguro que también pueden surgirnos preguntas como porque me ha pasado a mí, incerteza ante la evolución de la EII, miedo de los rebrotes, cansancio ante los tratamientos… 

En un primer momento ante el diagnóstico todas estas emociones son válidas y esperables, pero poco a poco tenemos que trabajarlas para poder convivir de una forma más proactiva con la enfermedad.

Redacción de la autora en base a su experiencia